viernes, 27 de septiembre de 2013

Arrugas


Hay días en los que no debería abrir los ojos, simplemente para seguir soñando con aquéllo que no me hace sentir la soledad y tristeza de las cosas que, a veces, nos muestra la realidad.

Son momentos en los que la pérdida de un ser querido se convierte en un recordatorio de la soledad del ser humano cuando llega a esa edad en la que no se considera útil, y nos hace vernos en un espejo de doble cara en el que el futuro se nos muestra claramente lleno de arrugas y pesadas piedras en el corazón, mientras por el otro lado seguimos viéndonos con los ojos de quién desea levantarse todos los días y luchar por dejar recuerdos imborrables para no sentirnos tan solos y tan invisibles, con la esperanza de que el próximo día llegará con más luz de la que imaginamos.

Y reímos, lloramos, trabajamos y luchamos por razones que a veces ni entendemos, nos movemos como autómatas un día tras otro hasta que llega un día en el que nos paramos a observar desde un banco los recuerdos que hemos ido cultivando, llenos de arrugas en la cara y el corazón, llenos de la pena por la incertidumbre que supone no saber cuál será el camino siguiente. Y no lo sabremos nunca, sólo que es un camino desconocido.

Decía que me gustaría seguir durmiendo y no despertar, para no tener que ver cómo un anciano me pide dinero en la estación, o para no tener que ver cómo los últimos días de las personas están llenos de miseria y olvido, o cómo el mismo Estado olvida la dignidad de aquéllos que dieron la vida por nosotros. Creo que esto ya lo he dicho en algún sitio, pero hoy, que recuerdo con mucha pena a un familiar perdido, quisiera pensar que ese último suspiro no es lo último que quede en mi memoria, ni lo único, ni lo más importante. Y que la vida me conceda el favor de dejar algún recuerdo bonito en alguien, alguna huella imborrable, algún rastro que me haga vivir con la esperanza de que no soy invisible, y que, quizás para alguien, soy importante.

En memoria de Jesús, que iluminó una parte de nuestro camino, para que su recuerdo lo siga haciendo.

photo credit: omnia_mutantur via photopin cc

2 comentarios:

Cata dijo...

Muchos buenos recuerdos nos hacen revivir a los que ya no están. A pesar de la lejanía en el tiempo nunca dejarán de ser imprescindibles para mí.

Seguro que tenemos la suerte de llegar a ser un feliz recuerdo para alguien y creo que eso es importante. Incluso se puede ser valioso para alguien en la distancia... ¡un gusto seguir leyéndote!

Lunática Lola dijo...

Buenas, Cata,

La verdad es que es imprescindible recordar a los que se han ido, si con ello queremos que sigan viviendo, aunque sólo sea en nuestra memoria.
Yo, a veces, peco de recordar demasiado, pero es que me parece que la memoría es un instrumento poco utilizado.
A veces es conveniente recordar, y otras olvidar, pero me niego a olvidar a los que quise, incluso en la distancia, que no siempre lleva al olvido.

Como siempre, un gusto encontrar tus comentarios, Cata.

Un beso.

Lola