martes, 25 de noviembre de 2014

El destino y el viento


Tal vez sea cierto que todo lo que pasa en la vida de una persona sucede por una razón, o  que todas las personas que algún día coinciden a tu lado para compartir algunos de esos días que la vida nos ha regalado, llegan porque tenían ya una cita con tu destino. Y lo hacen con esa puntualidad extraña que no puede planearse, sin dejar margen a la improvisación o el azar. 

Quizás, pero sólo quizás, un día me dé cuenta de que hay personas que han pasado por mi vida porque no había otro remedio ni solución, sin que pueda echar la vista atrás para cambiar mi destino, sin poder subirme a ninguna máquina del tiempo que me ayude a borrar lo que es imborrable. Y quizás entonces pueda dejar de pensar porqué carajo aparecieron los que dejaron arrasado mi pequeño mundo y si era necesario derribar lo que había construido.

Tal vez nadie arrase lo que no tenía cimientos, simplemente se cae, y, hasta entonces, había estado sostenido por un pequeño viento traicionero y engañoso que tan pronto va como viene. Quizás alguien arrasa sólo lo que tenía que ser arrasado.

He dejado de preguntarme estas cosas para dejarme llevar por los vientos adonde quieran llevarme, dejando que me despeinen sin preocuparme por ello. He dejado de mirar al cielo con miedo a la lluvia, ahora sólo pienso en lo bien que huele la tierra mojada. 
He dejado de pensar que volveré una esquina y me encontraré con algún fantasma del pasado, ya no miro hacia abajo sino hacia el cielo, para poder ver por donde viene hoy el viento y su color, y esperarlo serenamente mientras me olvido del futuro y del pasado, y asumo que lo que vino o no vino, lo que se fue o no se fue, simplemente fue capricho de un viento llamado destino.

Tal vez, pero sólo tal vez, algún viento del Norte, Sur, Este u Oeste, me traiga algún olor, color, o sabor que me recuerde quién era yo cuando me preguntaba porqué ocurrían las cosas. Me servirá para recordar que hay preguntas sin respuesta y porqué ya sólo miro al cielo sin esperar más que al viento.


photo credit: ERIO via photopin cc

2 comentarios:

Antonio dijo...

Ummmh, sólo pasando por la vida también se hacen buenos cimientos.
En algunos momentos puede parecernos que la vida (la vida en si misma, o la vida de otros) quieran tirar abajo tus muros, pero creo que éstos aunque nos parezca, no caen; simplemente hay que darles un repasito de pintura, arreglar goteras... los cimientos y los muros siempre permanecen, y en el peor de los casos... tenemos los planos.
Me gusta tu actitud Lola.

Lunática Lola dijo...


Antonio, te has puesto serio¡¡¡
Tienes razón, unos repasitos de pintura y, ¡¡a seguir adelante¡¡, y los muros que se hayan caído será por algo, ¿no?
Gracias por tu comentario, y me alegra que te guste mi actitud :))