sábado, 22 de septiembre de 2012

Singapur, la nuit



Singapur, ese lugar del mundo donde cada año acuden unos locos en sus locos cacharros para darse unas vueltas alumbrados por miles de luces nocturnas. ¡¡Espectacular¡¡ Un gasto de energía tremenda, pero sigo diciendo: ¡¡Espectacular¡¡

A punto de comenzar la sesión de calificación (qualifying según algunos, no diré nombres), parece ser que Alonso lo tiene dificil para ser primero, esto siempre es un misterio, pero lo esencial es que, como dice Lobato, están todos los locos "con el cuchillo entre los dientes". Cuando oigo esto me imagino a los pilotos en una película de Sandokan. He pensado tomármelo con humor y no me fustigaré si Alonso no hace la pole, incluso si no pasa a la Q3, porque, como dicen algunos, así disfrutaremos más de una "remontada épica".

Aunque lo que a mí me gustaría es que volviera a darnos un espectáculo impresionante como el de aquel año en el que consiguió el Grand Chelem y nos dejó a todos con la boca abierta. También me gustaría saber quién se inventa estas expresiones, como la de "Grand Chelem", pero creo que podré vivir por lo menos hasta mañana sin saberlo.

Y, ¿qué me dicen del nuevo casco de Vettel? Las mentes malvadas, que las hay y mucho, dicen que lo ha comprado en un chino, por lo de las luces. No se puede decir que no vaya a brillar en este Gran Premio de Singapur. Ganar no lo sabemos, pero brillar...(está saliendo mi parte malvada, voy a esconderla rápidamente, que luego se hace fuerte).

Yo apostaría por Hamilton, para hacer la pole, para ganar, o para darnos un espectáculo basado en la desconexión cerebral, que los hace de vez en cuando y también son divertidos, y dan para hablar dos semanas. Muchos periodistas deben agradecer toda la vida su existencia, y hasta yo (y sí, lo digo en serio).

Pues casi que esto empieza ya y me voy a prepararme para pasar un rato divertido viendo a estos locos que nos alegran la vida mientras se juegan la suya, y eso merece todo mi respeto, y el de todos (y todas, que también existimos, como Teruel).

¡¡Que lo pasen ustedes bien¡¡ ¡Y léanme¡¡ y si comentan ya... ¡¡sería el colmo¡¡


jueves, 20 de septiembre de 2012

Los Grupos, esos grandes desconocidos.




















Desde siempre me ha parecido fascinante todo lo relacionado con los grupos y su funcionamiento, sobre todo el hecho de cómo éstos se convierten en un individuo con vida propia, independiente de cada uno de sus miembros. Esto, que parece curioso, es un mecanismo creado y fomentado por los mismos miembros del grupo, incluso ante la posibilidad de perder la individualidad y la libertad, ya que,
probablemente, las ventajas de la pertenencia al grupo son más satisfactorias que la propia independencia y la libertad. 
Y es que somos seres sociales, no podemos vivir en una isla, alejados de las relaciones con los que son iguales a nosotros, o de la interacción con aquéllos a los que nos declaramos afines, con más o menos intensidad, con más o menos amor, con más o menos amistad. Incluso cuando aparece el odio, la insatisfacción, la ira, la culpa, y otros sentimientos negativos, utilizamos el grupo para calmarlos, para fomentarlos, para ignorarlos, o para vengarnos. Somos seres sociales, y tremendamente complejos. 
Para saber todo esto no hace falta ser un experto, ni esto que escribo es ningún manual de psicología, que yo pensara eso sería lo más pretencioso que hubiera hecho nunca. En realidad, todos podemos observar el funcionamiento de cualquier grupo y extraer muchas conclusiones. Hay ejemplos de todo tipo que podemos recordar para ilustrar lo que acabo de decir.
Uno de los que siempre recuerdo es el caso de la pertenencia de Fernando Alonso al equipo McLaren en 2007. En realidad no podemos conocer todos los datos, pero sí hay algo claro, es el típico ejemplo de cómo un miembro de un grupo es aislado por sus discrepancias con el mismo, por que sus objetivos no eran los mismos y la afinidad es practicamente nula. 
El grupo en sí actúa de esta manera, establece una serie de roles de cada individuo para la consecución de unos fines, y si alguien no cumple con estos objetivos es difícil que continúe perteneciendo al mismo, es fácil que sea expulsado de alguna manera, más o menos pacífica, o que le sea tan insoportable la pertenencia y que termine por salir voluntariamente del grupo, como al final pasó con Fernando Alonso.
Hay otros ejemplos muy actuales, como el caso de Cataluña, que considera que su identidad cultural es distinta a la española y desearía la autodeterminación. Todos podemos pensar lo que queramos, dentro de nuestro mayor o menor desconocimiento del individuo, pero sí podemos opinar, y lo hacemos, siempre de las maneras más variopintas, y no siempre muy acertadas. 
Porque lo que me fascina es la complejidad del ser humano, cómo nos hacemos daño y nos humillamos continuamente, cómo nos amamos, nos odiamos, dejamos de amarnos y dejamos de odiarnos. Todos los sentimientos que alberga el alma humana son tan complicados que a veces me abruman. 
Probablemente pienso y siento demasiado, quizás es inútil sentir y pensar, a veces puede ser mejor dejarse llevar por el viento y cerrar los oídos para no escuchar los gritos que te dicen lo que no quieres oír.
 A veces la pertenencia a un grupo te hace sentir que tu vida tiene un objetivo, algo a lo que llegar y que te indica un camino concreto a seguir, cuando dejas de pertenecer, uno se siente aislado y solo, con la tristeza de saber que su camino debe hacerse de nuevo, con más o menos piedras que apartar, con más o menos flores que recoger, pero empezando de cero y renaciendo con cada día.
A veces el aislamiento puede ser voluntario, a veces es obligado, pero el sentimiento siempre es el mismo, es la sensación de no haber sabido llegar a los objetivos de tu grupo, no haber podido trascender más allá de tu propia persona, la pena y la tristeza de saber que los caminos se separan, que se correrá en otros caminos, en otras ciudades, pero sabiendo que correrás siempre, con esas zapatillas gastadas a lo largo de los años, ellas que saben lo que has vivido, ellas que han visto lo que realmente eres. 
No puedes pararte a pensar a qué personas no agradas, a quién le importas verdaderamente en tu grupo, las decepciones suelen ser lo habitual, y la vida seguirá, seguirá siempre mientras uno ponga un pie delante del otro y no mire atrás. Habrá quién te acompañe, o quién no, y será bonito comprobar si hay alguien a quién consigues emocionar con lo que escribes cuando te despides, porque será señal de que en algún momento has sido importante.